APRENDE A RESPIRAR BIEN SOBRE LA BICICLETA

 

El rendimiento sobre la bici no se gana solo pedaleando más y más fuerte. Hay muchos pequeños mecanismos que te ayudarán a rodar más rápido si los aplicas bien. Uno de ellos es el proceso de respiración. Si eres capaz de aplicarlo como es debido retrasarás considerablemente la llegada de la fatiga, logrando así prolongar en el tiempo el nivel de rendimiento óptimo. 

Puede parecer increíble, pero la solución para que nuestra respiración sobre la bici sea lo más eficiente posible es reducir al mínimo el gasto energético que supone expandir las costillas a cada inspiración. Una postura adecuada para que los 20 músculos que participan en el proceso sufran lo menos posible y la coordinación entre ello, cada respiración, y los movimientos de pedales y manillar son la clave para que logres respirar bien sobre la bici. 

Trabajar la respiración no suele formar parte de nuestra rutina de entrenamientos cuando nos proponemos mejorar nuestro rendimiento sobre la bicicleta. Sin embargo, no deberías descuidar las técnicas para respirar mejor. Con una técnica apropiada de respiración es posible introducir en los pulmones una dosis extra de oxígeno que nos ayudará a mejorar nuestras prestaciones sobre el sillín. En otras palabras: rodarás más rápido y te cansarás menos.

Evita el círculo vicioso

Respirar bien cuando se circula en bicicleta, y más aún si lo hacemos a un nivel alto de exigencia física, tiene implicaciones directas en nuestra salud. Una toma de aire superficial, en la que el aire se queda en el pecho, pero no llega al vientre, nos condena a una respiración acelerada y agitada. Nuestros músculos pedirán cada vez más aportación de oxígeno y, como en un círculo vicioso, demandaremos más aire. La consecuencia de todo ello es un aumento de la presión sanguínea y del ritmo cardiaco, acompañado de una menor circulación de la sangre.

La clave está en el diafragma

Cuando somos niños, sin que nadie nos lo haya enseñado, realizamos respiraciones completas. Es con el paso del tiempo como lo olvidamos y pasamos a realizar respiraciones cada vez más superficiales. Buena parte de culpa la tienen nuestros hábitos sedentarios, que tienden a distender nuestros abdominales y a reducir tanto el espacio intervertebral como el intercostal. Este vicio adquirido se traslada a nuestra postura sobre la bicicleta. La clave para introducir más oxígeno en el cuerpo es implicar en la respiración al diafragma. Éste es un músculo plano, ubicado en la parte inferior de la caja torácica, que contribuye a albergar y a liberar el mayor volumen posible de aire.

Una buena forma de respirar mejor sobre la bicicleta es ensayar, precisamente, lejos de ella. De pie, o sentados en una silla con la espalda recta, deberíamos respirar de forma lenta y profunda hasta notar cómo el aire llena los pulmones, pero también la parte baja de éstos. El reto será pasar de las 15-20 respiraciones por minuto que tenemos en una situación de reposo normal, a 10 por minuto. Esto significa que, en una primera etapa de entrenamiento en nuestra nueva respiración, dedicaremos 6 segundos a cada respiración (3 a la fase de inspiración y otros 3 a la de espiración). Poco a poco, podremos dedicar más segundos a cada acto de entrada y salida de aire. Reservando solo 5 minutos al día para practicar esta nueva respiración es posible obtener mejoras en poco tiempo, de forma que acabemos incorporándolas de forma automática.

Una vez dominada la técnica lejos de la bicicleta, llegará el momento de ponerla en práctica sobre las dos ruedas. Al principio no será tan sencillo como en reposo y tendremos que realizar la respiración pausada y profunda en momentos de poca exigencia. Poco a poco, podremos adoptarla en situaciones de mayor esfuerzo. Para que nuestro tórax tenga la mayor expansión posible se debe tener presente en todo momento que tenemos que implicar al diafragma en la respiración. Ahí reside la clave de nuestro éxito y de unas mejoras que pueden derivar en que rodemos más rápido y nos cansemos menos.

Practica deportes complementarios

Algunos deportes como el yoga y el pilates pueden ser de enorme ayuda para mejorar nuestra respiración. En ambos es clave la toma de aire; en el caso del yoga para adquirir conciencia de todos los músculos implicados, y en el caso del pilates para saber cómo se combina la respiración con otros movimientos corporales. En ambos se obtiene una alineación correcta de las caderas, la columna vertebral y la cabeza. Mediante ejercicios de respiración y concentración es posible fortalecer la musculatura abdominal, dorsolumbar y abdominal, así como mejorar el rendimiento de los músculos erectores de la espalda.

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Publicado en: CICLISMO
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